La linterna y la flauta del ciego


   Me contaron cómo en una de esas noches de invierno, oscuras y sin luna, un ciego apoyado en su bastón caminaba por la calle llevando encendida una linterna.

   Alguien le reconoció y luego de saludarle atentamente le pregunta: “Oye viejo, ¿qué estás haciendo con esa linterna encendida si tú eres ciego y no ves?”
   El ciego muy tranquilo no apagó la linterna. Sencillamente le respondió: “Pero ¿quién le ha dicho que llevo encendida la linterna para ver? Yo la llevo encendida para que usted no se tropiece, porque en una noche oscura, tampoco usted con sus lindos ojos puede ver mucho”.

  Los ciegos no ven. Pero pueden tener un gran sentido de solidaridad con los demás.
  Los ciegos no ven. Pero pueden encender una linterna para que veamos los demás.
  Los ciegos no ven. Pero pueden hacer que otros vean.
  Los ciegos no ven. Pero ¡cuántas cosas pueden hacer ciegos como están!

  Pienso que el Evangelio pensaba en otros ciegos cuando dijo que “un ciego que conduce a otro ciego, los dos se van al hoyo”. Esos son los ciegos que no ven pudiendo ver. Son los ciegos que teniendo buena vista, sin embargo no ven nunca la verdad.

  Cuando yo era niño, había un ciego en la aldea. Era lo más simpático que uno puede imaginarse.
Siempre estaba de buen humor. Sentado en las esquinas se dedicaba a tocar una vieja flauta.
No tocaba mal.
Recuerdo que un día, mi hermano menor, que era bien travieso, trató de coger alguna de las monedas que tenía en el sombrero que había puesto en el suelo para las limosnas. Lo que menos se imaginaba era que el ciego se diese cuenta. De repente, el ciego, con gran humor, le dijo: “oye, pícaro, déjame algo. Mañana puedes volver, podremos compartir de nuevo. Pero que no se entere la “Maripepa”. Maripepa era la abuela. El ciego la conocía demasiado bien y sabía que si se enteraba que le había quitado alguna moneda, le hubiese dado una buena paliza.

¿Qué tendrán ciertas personas que, a pesar sentir cualquier cantidad de limitaciones y privaciones, siempre llevan música en el alma?
¿Qué llevarán ahí dentro para no perder ni el humor, ni la alegría, ni el gusto por la vida?
Ellas son el mejor testimonio de que la verdad no está fuera, sino que brota dentro.
Ellas son el mejor testimonio de que, por fuera puede haber mucho frío, pero que dentro puede haber un gran fuego.
Se puede estar ciego y tocar la flauta.
Se puede estar ciego y conservar el humor.
Se puede estar ciego y saber compartir sus pocas monedas.
Se puede estar ciego y encender una linterna para que otros no tropiecen.

Es dentro, no fuera, donde necesitamos razones para vivir.
Es dentro, no fuera, donde necesitamos el fuego que caliente el exterior.
Es dentro, no fuera, donde se siente la verdad de la vida.
Es dentro, no fuera, donde se puede cantar a la vida.

En la primera versión cinematográfica del Titanic, mientras todos corrían desesperados, buscando cada uno un salvavidas, al fondo, un violinista seguía tocando, como quien quería calmar los nervios de todos. Cuando sientas que tu vida ya no sirve para nada y en tu mente comiencen a revolotear ideas extrañas, piensa que ahí cerquita, posiblemente Dios está tocando una flauta para distraerte y para que recobres tu esperanza.

Clemente Sobrado C. P.

(Pásalo a tus amigos)